Qué dolor, Desirée
Decimos las cosas como son. Esta historia da asco. Destroza el estomago. Sin contorno y política y políticos… da asco y basta ya. El problema es que quedamos sin respirar. Y quien lo sabe, quizás nos pasaste delante, come todas las impresiones de aquel jueves por la noche y no te retuvimos. No es remordimiento sino rabia. Porque no tenemos nada que ver con las oraciones que ahora hacen para tí, porque creén que seas un ángel, los mismos que murmuraban por tus espaldas las acostumbradas palabras: “puta, tóxica, quién sabe las mamadas que hace para dos dosis”. Las acostumbradas palabras que son siempre las mismas para todas. Aunque no te conocemos podemos recordarte, porque la noche se hace oscura para todas. Porque la noche puede hacerse tan oscura para algunas que ya no se vee nada, Desirée.
Desirée es una muchacha que tiene 16 años, jueves por la noche se encotraba en el barrio de movida. En una de las casas abandonadas ha sido violada por un grupo de hombres, camellos, luego se ha muerto por sobredosis y ha sido dejada allá como si fuera una bolsa de basura. La vida de una muchacha no tiene valor. Y aquel lugar es un asco, como todas las fábricas, aunque produzcan diversión. Conocemos el fenómeno del trapicheo, de la mafía que hay detrás, de la impunidad de quien maneja el trapicheo y de las jerarquías internas y de la violencia que hay dentro de aquel mundo. Esto no nos debe alejar de un milimetro del querer contrastar la violencia contra las mujeres que en estos ambientes se produce regularmente. En este contexto, en que el cuerpo de las mujeres es una mercancía de cambio que tiene muy poco valor, estos episodios no son una exepción, no son solo episodios y tendríamos que enfrentarlos en este sentido.
Cuando las trabajadoras en los campos de tomate son maltratadas, molestadas y chantajeadas sexualmente para mantener su puesto de trabajo, el estupro solo es la punta del iceberg de un sistema. ¿Quizás tenemos que dejar de atacar los “capataces” porqué ellos también son victimas de expoltación? ¿Tendríamos que dejar de atacarlos porque podríamos hacer daño al mercado hortofrtuctícola y intervenir solo si hay denuncias, aunque sabemos que el sistema de recogida del “oro rojo” italiano se funda sobre la expoltación, el silencio y la violencia, también la sexual? Y ¿Cómo nos portamos con los jefes, capataces, instituciones, comunidades que ven, oyen, y viven inmersos en esta situación y que dicen que, en el mejor caso, con este sistema hay familias que pueden vivir o, algo peor, que son las mujeres que provocan y que quieren esta situación para lograr unas migajas.
El trapicheo en un mercado, mejor, es una boyante multinacional, llena de violencia machista y sexista, y sus “obreros” reproducen y actuan esta violencia. ¿Como hacemos real el eslogan “le strade sicure le fanno le donne che le attraversano” (“las calles seguras las hacen las mujeres que las cruzan”), si por las calles que cruzamos y vivimos todas las noches hay episodios como lo de Desirée? ¿Como logramos parar episodios como los de Rimini, Sorrento, Florencia, en los lugares que consideramos de diversión? No podemos escondernos detras de las instrumentalización de derecha para solucionar el problema. Sabemos que la solución tampoco está en llamar la atención de las instituciones italianas, que en este mismo momento están hablando del decreto ley Pillon que reconoce la violencia doméstica solo si se repite y es costante.
Tenemos que hecernos cargo de nuesta autodefensa y atacar los lugares donde la violencia está practicada de manera teatral. No nos puede bastar nuestro refugio safe, no podemos dirigir la mirada a otro lugar si contrastar la violencia significa chocar contra la instrumentalización, porque para nosostr@s no existen estupros aceptables. No podemos si en serio queremos una revolución feminista.
Tenemos que transformar los lugares que vivimos, de la producción y reproducción, tenemos que ejercer un contra-poder, tenemos que extirpar aun con fuerza este mal de la sociedad, de nuestra sociedad. Ya no tiene que pasar que unos hombres se sientan impunes en el violar a turno una mujer cerca de la movida, y quien tolera, se calla y legitima es culpable como quien actua.
Aun tenemos que atacar la cadena en la que este virus crece impune, tanto en los lugares de diversión, tanto en las “fiestas agricolas”, fiestas en que las trabajadoras en los campos de tomate de algunos pueblos de Sicilia estan obligadas a satisfacer los deseos sexuales de los jefes, como en cada lugar en que las mujeres estan chantajeadas sexualmente, umilladas, explotadas, maltradas y aun a menudo asesinadas.
Ya no queremos ser predas de nadie, que sean jefes de traje y corbata, los maridos, los camellos que sean blancos, negros o de lunares. No somos la mercancía de ningún mercado. Lo estamos gritando en todo el mundo hace dos años. Damonos la fuerza, damonos la ferocidad para protegernos y barrerlos y no con la excavadora (término tan amado por Matteo Salvini). Porque es así que ya no veremos los puercos estar en la suciedad, como el puerco que ha intentado hacerlo esta mañana. Nadie nos regalará nada, para obtener autodeterminación, respeto y libertad tendremos que luchar…
Para Desirée y para nosotras todas.
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