Tres impresiones sobre el 1-O catalán
Catalunya votó a favor de su propia independencia, a pesar de las condiciones adversas impuestas por el gobierno español. El 56,76% de los derechohabientes ha registrado su propio documento de identidad, pero las papeletas electorales computadas corresponden al 42,2 % de los derechohabientes, por que 700 miles papeletas han sido secuetradas por la Guardia Civil. Son 761 los heridos en las mesas electorales, en el intento de openerse a las operaciones de la policia nacional.
En seguida a los sucesos escribimos en forma de apuntes algunas de las impresiones de la jornada del 1-O y lo que nos comunica.
1. La identidad está en el choque
A pesar de que los sondeos indicaron que el campo a favor o contra del referendum estaba bien trazado antes del aumento de la crisis, seguramente el colpe de mano de Rajoy del 20 de septiembre no pudo no redefinir la puesta en juego: no solo la posibilidad de un escape de la esfera de soberanía, para inaugurar una independiente, sino sobretodo la voluntad de reaccionar a un abuso.
Cada historia es una invención, cada nación es generada no creada. De cualquier modo cada identidad es tradición de los demás, que nos la trasmiten y cuyo potencial propulsor, como fuerza histórica trasformadora y no como ídolo de histórico, reside en el ser historia apropiada en el presente por las fuerzas transformadoras de de nuestros días. ¿Cúales son las fuerzas transformadoras del desafío catalán y qué partido juegan? Lo que hay que decir de la aventura catalana es que, antetodo, interpreta y actualiza un conflicto intra-institucional (y no anti-institucional) que para imponerse se apoya a poderes, intereses, ordenes sistémicos territorialmente radicalizados. No olvidamos que: rica y fuerte Catalunya lucha para emanciparse del fardel estado central español, de su parasitismo, de su falta de crecimiento. No hay algo más? Nos basta una lectura tan ingenua y politizada? No, la tranversalidad de la instancia independetentista atravesa la sociedad catalana desde arriba hacia abajo, por que el reflejo del choque institucional señala la esistencia de regímenes ideológicos, de relación social y politica impositivos para Catalunya. La identidad catalana hoy es socialmente percepida como instrumento de una respuesta a esta exigencia contrapuesta al orden coercitivo, autoritario e irreformable de la democracia española y de su historia. Esta exigencia está politicamente compartida con los intereses de emancipación de una porción de catalano-céntrica de intereses sistémicos y de desarrollo capitalistico. Delante de la historia el juicio solo es privilegio de quien es protagonista. Para ser aún más claros, no nos parece un escándalo que las dimensiones de clases anchas y en si mismas antagonistas se junten en este choque dentro de una revendicación del pueblo. Pero, lo que nos importa más cojer es el hecho de que la misma dimención de la identidad catalana surge sobre la contraposición a la arrogancia policial de Rajoy, sobre el valor histórico de la idea republicana contra el autoritarismo de una España nunca emendada del franquismo. En estos elementos hay un nuevo potencial campo de choque y una ocasión de tranformación ulterior en seno de aquel pueblo que se ha sublevado ahora. En esto reside para una mirada revolucionaria la ocasión para poder formular una nueva pregunta: no tanto ¿cúal pueblo ser? – hemos dicho que cada identidad es tradición de los demás – sino ¿ser pueblo para que y contra quien?
2. El Estado es un límite.
La transición democrática posfranquista utilizó la alternación consitucional PP/PSOE para servir una liberalización global de capitales y de empujones al desarrollo en el seno de la sociedad ibérica. Fue un espediente usados también por las autonomías como ocasiones de inversión e crecimiento de capitales. EL agotarse de aquella tutela política, con la crisis irreversible de populares y socialistas, requirió nuevas fromas políticas para garantizar y desarrollar un dato también y sobretodo de continuidad capitalista en frente al cual la antigua partitocracia española ya no era capaz de abastecer una stabilidad apropiada. Pues no es paradójico que el horizonte político de emancipación de esta lucha de pueblo catalana se da en la búsqueda de una forma de neo-Estado-nación. Es también su limite y en el mismo tiempo su posible punto de ruptura para un nuevo desarollo antagonista del choque en acto. Por su parte los otros agentes políticos de la crisis del sistema de la alternación constitucional español, los movimientos del 2011 antes y la herencia de estos en el esquema del partido-movimiento de Podems o su contra-altar reaccionario Ciudadanos, no estuvieron a la altura de las alternativas producidas por la crisis. El balbucear recetas federalistas por parte de Iglesias en frente a la afermación del independentismo catalán confirman la inadecuación de la hipótesis de una transición de fuerzas trasformativas dentro del campo del estadismo español como ámbito de desarrollo de nuevos equilibrios democráticos. Es probablemente el fin de un nuevo ciclo de “populismos”, el mismo que, fuera de cada sacrosanto distingo y a pesar de la injusta comparación entre el diletantismo del Movimento Cinque Stelle italiano y la experiecia de Podemos, está, de toda forma, llenando el Movimento Cinque Stelle rubricando su normalización dentro nuevos ordenes restauradores.
3. Europa no es el destino.
El empacho total de las secretarías de Estados Europeas en frente a los hechos catalanes resulta espacialmente reveladora para la crisis de la Europa política. Macron actúa el papel del titular para la “Unión Europea” sustituyendo una Merkel aún trastornada por la convocatoria electoral de hace una semana y se encarga el de hacer la síntesis: “Confío en Rajoy, se trata de asuntos internos”. Gentiloni hace eco: “No interferir”. Por más que Puigdemont se esfuece en buscar apoyo político más allá de los Pirineos para legitimar el risultado del reférendum esta Europa queda una Europa de Estados-Naciones y no de pueblos. No, Europa no es un destino político basado en la democracia, sino un instrumento de governance ultra-statal que mira con preocupación a la alza de 8 puntos básicos del spread español después del voto de ayer. La misma mentira de la democracia ya no cuenta ningún mito sobre esta Europa. Levantado como ídolo del rito institucional y luego ignorado cuando el voto democratico lo amenaza, es la la hoja de parra que cubre y legítima relaciones de poderes violentos en la sociedad que no toleran estar puestos en la tela del juicio. Voluntad popular o no. Ninguno se ha escandalizado de manera particular en el ver las urnas secuestradas por los policías: “No interferir”. Está bien, esto es el juego y estos son los adversarios para los catalanes. Si se perdona el cinismo, se podría pensar tomar prestadas las palabras de Rajoy: “El referendum es una puesta en escena”. Por que en el fondo se puede decir con honestidad, siempre sirve un símbolo para desafíar la arogancia de las formas de gobierno contemporaneas, para representar en forma tangible una violencia, una injusticia sufrida. Este voto ha sido un símbolo útil de una lucha política contra el autoritarismo de Rajoy y del Estado español que pero necesita aún más de otras energías para ser vencida. Mañana en Catalunya habrá huelga general.
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