El 19o en Roma: ha empezado con un asedio
Volvemos a empezar desde Piazza San Giovanni. Una plaza que el 15 de Octubre de 2011 fue la tumba para una clase política, institucional y de movimiento, atropellada por una expresión de antagonismo social irreducible a formas de representación. Los dos años siguientes han confirmado que no fue una sublevación simbólica, sino un punto sin retorno. Si ese día tendría que haberse acabado simplemente con un comicio, el 19 de octubre de este año los comicios por fin tampoco han sido planteados.
En estos dos años la crisis ha transformado el esquema general, alterando en profundidad la condición social. En los territorios son muy evidentes los procesos de descomposición determinados por el refuerzo de las políticas de austeridad y empobrecimiento, frente a las cuales, sin haber una contraposición adecuada, el riesgo es el establecimiento de relaciones de fuerza que desfavorecen a las luchas. Los movimientos que siguen moviéndose en la dirección apropiada, a pesar de las muchas dificultades, son muy diferentes entre ellos pero unidos por la capacidad de construir segmentos autorganizados e intentan recomponer sectores diferentes: hablamos de No Tav, No Muos, lucha por la vivienda, entre otras.
No se trata entonces de composición de élites políticas sino de luchas y sectores sociales, de esas personas afectadas por la crisis y que están hartos de pagar sus efectos. El 19 de Octubre ha sido la primera apuesta para dar visibilidad a estos procesos, sin delegar a unas agendas prefijadas de manera separada, sino construyendo una nueva temporalidad, autónoma establecida por los conflictos reales. El día ha requerido una preparación y un esfuerzo muy fuertes debido a la diversidad que se ha engendrado a su interior, siendo conscientes que era apenas un primer paso.
Mirando con atención a la manifestación podemos entrever estas diferencias. Había muchísimos ocupantes de vivienda. No ha sido una ritualidad del movimiento de ocupaciones en Roma, sino algo más y diferente. Esta suposición está comprobada por la enorme presencia de migrantes, primeros protagonistas de la manifestación, y la difusión del tema de la vivienda en territorios donde nunca había estado. La ocupación vuelve a ser una respuesta concreta y también necesaria a deseos materiales aún más perjudicados o negados por la crisis. Estaba también, de manera considerable, el precariado juvenil y esos segmentos sociales que ya no tienen renta ni posibilidades, que han pagado las consecuencias de esta crisis de manera muy fuerte. Estaban, por supuesto, los protagonistas de las luchas territoriales que han sido una constante en esos últimos años.
En este día se han manifestado dos aspectos. El primero está constituido por la contraposición a las instituciones del Estado, acorazado frente a aquello que representa un verdadero peligro para ellas: no de orden público, sino de orden social. Eso porque hay más sectores sociales que no quieren pagar la crisis y se unen para conseguirlo. Aquí la renta básica no es un argumento utilizado como bandera ideológica, es algo que se reivindica en las prácticas materiales de reapropriaciòn. El otro lado es la constitución de una legitimidad de la ilegalidad, que tendrá que requerir otros adelantamientos. La formas de lucha nunca son iguales, sino se vuelven ineficaces: hay que evaluarlas y experimentarlas según los objetivos y procesos políticos concretos.
A pesar de que los medios hayan intentado enterrar el 19O bajo una losa de silencio antes, y de criminalizaciòn después, la participación ha ido mucho más allá de la composición militante. Nunca nos ha interesado contraponer el 12O al 19O, porque por supuesto se trata de dos cosas que se mueven en un terreno radicalmente incompatible. Lo hemos visto no sólo a través de los números, que ya han sido muy significativos: a pesar del esfuerzo de las estructuras partidistas y sindicales y la publicidad mediática que la manifestación del 12O en defensa de la constitución había recibido, el 19 la participación ha sido el doble. Pero sobre todo la calidad de esta participación es la diferencia decisiva que nos interesa. Es la composición, por lo tanto, de esos sujetos que, desde el punto de vista de clase y generación, se enfrentan cada día a la crisis y no tienen nada más que defender, por lo cual no ser representables no es una cuestión ideológica sino material. Desde aquí han derrumbado todas las tentativas de composición del esquema de la izquierda institucional, y aquí se encuentra la diferencia del 19O respecto a muchas fechas estatales de los pasados años.
Una apuesta, habíamos dicho. Pues bien, hoy podemos decir que una primera parte de esta apuesta ha sido ganada. No ha sido el resultado de la espontaneidad, sino del trabajo de construcción política que ha intentado fijar determinadas prioridades. En segundo lugar, hemos insistido en el carácter del proceso y no del evento singular. El 19O ha empezado a nivel territorial desde hace semanas, con muchas iniciativas que han iniciado, reiniciado o reforzado recorridos existentes o en construcción. Y es el trabajo político territorial lo que pertenece al 19O y sobre el cual esta apuesta tiene que ser averiguada aun más.
Decir que una primera parte de esta apuesta ha sido ganada no significa hacer cálculos de provecho, contentarnos con este importante resultado. Al contrario, sabemos que el recurrido es muy largo, que tenemos muchísimo trabajo político que hacer, y que es la madurez de esta concienciación la que nos puede permitir adelantar el proceso del 19O. Son estos los enlaces de primera importancia día tras día: la contraposición y la relaciones de fuerza entre las clases, entre las formas de insurgencias sociales y las instituciones, tienen que ser pensadas, propuestas y organizadas con inteligencia política y trabajo concreto.
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