Egipto: La autogestión de Port Said y la lucha obrera
Traducciòn de www.alasbarricadas.org
Un hecho sin precedentes está teniendo lugar en la ciudad de Port Said: Una completa autogestión, un rechazo de todo lo que representa la autoridad. Una realidad que los protagonistas de las luchas egipcias de estos momentos, los obreros, están tratando de reproducir incluso en otras ciudades.
Port Said se ha convertido en un lugar completamente en las manos del pueblo. A la entrada de la ciudad, en lugar de los habituales controles policiales hay uno manejado por civiles, mayoritariamente trabajadores en huelga que se autodenominan “policía popular”. Lo mismo vale para la circulación; se acabó la policía de trafico, ahora jóvenes, estudiantes y huelguistas se dedican a la “autogestión” del tráfico.
Desobediencia civil: La ciudad se ha caracterizado por su total rechazo al Gobierno de Morsi en todas sus formas, desde haberse deshecho de la policía hasta el rechazo del trabajo o del sistema educativo gubernamental.
En lo tocante a la “seguridad”, bajo el régimen de autogestión las calles se han vuelto más seguras que nunca. Tras las protestas populares que siguieron a las 21 sentencias de muerte ligadas a la masacre de Port Said y a las 40 víctimas de los enfrentamientos que siguieron, la policía se vio obligada la semana pasada a aceptar el que el pueblo tomara el control de la ciudad.
El gobierno de Morsi ha aceptado retirar a la policía tras el vídeo que prueba de manera evidente a agentes disparando y asesinando manifestantes a sangre fría, pero también porque está convencido que una ciudad nunca sera capaz de auto-organizarse de forma autónoma y que Port Said acabará, tarde o temprano, por solicitar la intervención gubernamental para reprimir los disturbios que, probablemente, terminarán surgiendo. En cambio, la realidad es muy diferente y demuestra que una ciudad sin “fuerzas y cuerpos de seguridad del estado” es más segura y más habitable.
Hay también un acuerdo tácito que permite al ejercito (más respetado por el pueblo al considerársele tradicionalmente menos atado al régimen que la policía, una criatura a disposición de los servicios secretos) vigilar los puntos claves de la ciudad, aunque sin ninguna autoridad para intervenir.
Así que la realidad es esta: Soldados sin autoridad vigilan algunos puntos neurálgicos como los juzgados, o el importantísimo puerto (actualmente en huelga) y la “policía popular” que cuida de la seguridad en la ciudad. El rechazo de todo aquello que represente a la autoridad puede observarse también en la negativa a pagar los impuestos gubernamentales y las facturas, así como a mantener cualquier tipo de comunicación con el gobierno, ya sea local o central.
El cierre al gobierno central y la autogestión de los medios y modos de producción están transformando la experiencia de Port Said en una realidad sin precedentes y un experimento de una nueva forma de vida, producción y existencia.
Las fábricas están cerradas, el tráfico marino bloqueado, solo se produce aquello que es necesario y solo los servicios imprescindibles permanecen abiertos.
Se fabrica pan y alimentos, los hospitales y las farmacias continúan abiertos. En cada centro de trabajo son los trabajadores quienes deciden si se sigue o no con la producción y la respuesta en general, al menos de momento, está siendo NO. Primero justicia, primero profundizar la revolución y solo despues se retomará la producción.
Una nueva forma de autogestión también se esta intentando en las escuelas. Han permanecido abiertas pero las familias de Port Said están negándose a mandar a los niños a los colegios gubernamentaqles. En estos momentos, profesores y los comités populares están intentando organizar escuelas populares en la plaza central, renombrada Plaza Tahrir de Port Said, en las que a la par de temas estrictamente académicos se enseñarán cuestiones relacionadas con la justicia social o los valores de la Revolución egipcia.
Una situación que podría parecer imposible para algunos. En las paginas de este sitio hemos hablado antes de la experiencia de Port Said, pero desde un punto de vista diferente. Pero tras las 21 sentencias de muerte contra acusados relacionados con la masacre del estadio, una nueva conciencia popular ha surgido en la ciudad, antaño probablemente muy tradicionalista. Más aún, estos condenados son 21 jóvenes, mayoritariamente estudiantes, mientras que la responsabilidad de la carnicería recae claramente en el terreno político; la sentencia parece más una concesión a quienes buscan justicia que cualquier otra cosa. Ninguno de los acusados pertenecen a la policía o el Estado y sus servicios secretos. El pueblo de Port Said comprendió esto y reaccionó, tan pronto como las sentencias fueron dadas a conocer, con enormes protestas en las que murieron unos cuarenta manifestantes, algunos de ellos mientras asistían a los funerales de otras de las víctimas: Con esto dio comienzo la huelga y la desobediencia civil.
Estamos ante una situación que ni siquiera nosotros habíamos sido capaces de imaginar, si no la hubiéramos visto con nuestros propios ojos.
La rabia, inicialmente nacida de un deseo de justicia frente a las sentencias de muerte y los cuarenta manifestantes muertos después, ha crecido y se ha convertido en política. La fuerte participación de los trabajadores y la creciente conciencia entre el pueblo de Port Said son los responsables de transformar esta protesta en una lucha sin precedentes que hace temblar el gobierno de Morsi. Una lucha que, de extenderse a otras ciudades, podría hacer caer al régimen.
Ya no se pide, como hace una semana, que no se culpe a ciudadanos de Port Said de crímenes cometidos por el régimen. Ahora se pide justicia para todas las víctimas de la Revolución, ahora se pide el derrocamiento del régimen.
En la jornada del lunes [25 Febrero] una gran manifestación recorrió las calles de Port Said: Sindicatos independientes de trabajadores, estudiantes, movimiento revolucionario, todos juntos ocupando las calles. Muchos llegaron de El Cairo para mostrar su solidaridad para con los trabajadores y la ciudad en lucha. Una larga marcha que atravesó la ciudad llamando a una nueva huelga general en todo el país.
Mientras tanto en otras ciudades egipcias han tenido lugar grandes huelgas a lo largo de las últimas semanas (en Mahalla, Mansoura o Suez los trabajadores de numerosas fábricas han abandonado sus puestos durante semanas) y cientos han tomado las calles para llamar a una nueva huelga general nacional que en muchas escuelas y universidades se ha convocado ya. Numerosos trabajadores y sectores sociales están, de hecho, ya en huelga sin haber sido capaces por el momento de extender y unificar las luchas como sí ha ocurrido en Port Said.
No se sabe cuanto podrá durar esta experiencia, conocida ya como la “Comuna de París Egipcia”. Seguramente será difícil mantener una lucha como ésta en un momento en el que el poder central puede cortar el suministro de agua potable o electricidad, algo que no ha hecho todavía porque teme una mayor explosión de furia. Más aún, la continuidad de la huelga entre los trabajadores está estrechamente ligada a las posibilidades de extenderla a otras ciudades.
Inicialmente, los habitantes de Port Said han anunciado que intentarán continuar con la huelga hasta el próximo 9 de Marzo, dia en el que se deben confirmar las 21 sentencias de muerte, Ahora, gracias a la acción de los trabajadores, el futuro sigue siendo incierto pero sin duda lleno de potencial.
Las dificultades del momento son muchas, pero la creciente conciencia de la población (y no solo entre los trabajadores), las prácticas de rechazo al régimen o la experiencia autogestionaria son elementos que parecen augurar una buena perspectiva para las luchas.
Corresponsal de Infoaut para el Medio Oriente
27 de Febrero de 2013
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